lunes, 12 de abril de 2010

Entrevista con el veterano militante anarquista Octavio Alberola sobre la perspectiva antiautoritaria sobre Cuba

"Hay que recuperar la memoria que el castrismo ha desvirtuado"

Quien conoce del movimiento anarquista contemporáneo sabe que decir Octavio Alberola es mentar a un militante libertario español veterano de la lucha antifranquista, que a pesar de sus años continúa tan activo e inclaudicable como ayer. Entre otras actividades, en la actualidad es animador de los "Grupos de Apoyo a los Libertarios y Sindicalistas Independientes en Cuba", GALSIC, una red de apoyo y denuncia la cual junto al Movimiento Libertario Cubano en el exilio denuncia desde la perspectiva ácrata los excesos de la dictadura omnímoda de Fidel Castro. El Libertario tuvo el placer de realizar la siguiente entrevista sobre su actividad y parecer con respecto a la isla caribeña.

- ¿Cuáles son las críticas que el anarquismo le hace a la llamada "Revolución cubana"?

- Fundamentalmente las de no ser una revolución social y de servir de coartada semántica para encubrir su verdadera esencia y realidad de dictadura populista. Hay, por supuesto, el problema de la privación de los derechos fundamentales de la persona humana (libertad de opinión, de expresión y de reunión) a los cubanos por un poder dictatorial totalitario. Para los anarquistas, esas libertades son inalienables. Pero nuestra crítica al castrismo -porque la llamada "revolución cubana" no es otra cosa que un sistema de poder totalitario al servicio de Fidel Castro- va más allá de la simple reivindicación de esas libertades. Los anarquistas hemos luchado siempre y seguiremos luchando por la emancipación humana, para acabar con la explotación y la dominación. Y no sólo de una clase por otra, sino del hombre por el hombre. El ideal comunista preconizaba una sociedad sin explotados ni explotadores, sin dominados ni dominadores. En consecuencia, la revolución debía servir a destruir las estructuras que permiten al Capital y al Estado explotar y dominar. Un cambio político que no destruye estas estructuras, que sólo las pone al servicio de un nuevo grupo social, de un partido o de un Jefe, no le cambia al trabajador su condición de explotado, y al ciudadano su condición de dominado. Un tal cambio no es pues una revolución social, salvo que se entienda por tal el simple cambio de gobernantes a través de un golpe de Estado o de una insurrección armada. Y eso es lo que sucedió en Cuba: Batista fue reemplazado en el poder por Castro. Sólo que, para consolidar su hegemonía y perpetuarse en el poder, Castro se sirvió de una coartada ideológica, la "revolución" marxista, identificando ésta a su persona y viceversa. No fue el primero en darse esta coartada, antes que él lo habían hecho Stalin, Mao y muchos de los Jefes de las luchas de descolonización en Asia y África para apoderarse del poder y perpetuarse en él. De ahí que, como en todos eso casos, en Cuba también ese tipo de revolución sólo significó la imposición de una dictadura totalitaria y del capitalismo de Estado. Es decir: los trabajadores a obedecer y trabajar. El poder y los privilegios a los burócratas, a la nueva nomenclatura. Por eso en ninguna de esas "experiencias" se puso fin al salariado, a los servicios represivos, al ejército, etc. Al contrario, se impuso un sistema de control policíaco y de partido único, sindicato único, prensa única, etc., para mantener al pueblo sumiso e impedir que pensara por sí mismo. Criticamos y denunciamos la llamada "revolución cubana" porque al presentarla demagógicamente como tal, como todas las otras del mismo signo, no sólo se contribuye a pervertir la idea de revolución, sino que se contribuye a que millones de explotados, en Cuba y en el mundo, renuncien a la lucha por la emancipación. Todas esas pretendidas revoluciones sólo han servido para destruir la aspiración emancipadora en el seno de la clase trabajadora y consolidar el capitalismo: en tanto que sistema y como generalización del individualismo. Al extremo de que Dólar se ha convertido en el referente cotidiano, no sólo en los USA, sino también en Rusia, China… y Cuba. Es verdad que en Cuba -como en los otros países de comunismo oficial- se puso fin a la propiedad privada, a casi toda, y que todo quedó -por lo menos oficialmente- propiedad del Estado. Pero eso no puso fin a las desigualdades, puesto que los que se quedaron con el Estado pudieron controlar en su beneficio la distribución del usufructo de la propiedad nacional, de las riquezas que esa propiedad generaba y genera. Fue la culminación del proceso de concentración y monopolio capitalista por una sola empresa: el Estado -y en Cuba por el castrismo y Fidel. Es como si en los EE UU la empresa Coca Cola se hubiese hecho con el monopolio de todas las empresas, de toda la economía, y el Estado estuviese dirigido por los cuadros de la empresa Coca Cola y su director se perennizara en el poder, como Fidel. Los ciudadanos estadounidenses habrían quedado totalmente dependientes de la voluntad de esa empresa, de su dirección empresarial; como los cubanos de la empresa castrista y su gerente el Comandante en Jefe. Esa dependencia económica implica una dependencia política y social total, no quedando a la disidencia otra alternativa que la clandestinidad o la cárcel. El capitalismo de Estado convierte al trabajador en un explotado que debe aceptar resignadamente la explotación para no ser considerado traidor a la Revolución… Ese sistema es el paradigma del Capitalismo, es el Capitalismo total.

- ¿Es legítimo pensar que el pueblo cubano se halla en medio de dos bandos, su propio gobierno de un lado y "el imperialismo estadounidense" del otro? Según la estrategia del "enemigo menor" ¿no habría que apoyar en ese escenario a Fidel Castro?

- Eso es lo que tanto el gobierno estadounidense como el gobierno castrista pretenden. La realidad es que el pueblo cubano no es el centro de las preocupaciones de ninguno de los dos gobiernos. Lo que les preocupa a ambos son sólo sus intereses. Es decir: sus privilegios y conseguir su perennidad. Las últimas medidas "anticastristas" decididas por el gobierno de Bush lo han probado. En principio, Bush dice que las ha tomado para debilitar a Castro y facilitar "la transición a la democracia para el pueblo cubano". Aunque todos sabemos que es pensando en ganar votos entre los exiliados cubanos de Miami a favor de su reelección... Castro, con el pretexto de defender Cuba y el pueblo cubano de la agresión imperialista, ha reaccionado subiendo precios y reduciendo el alcance de la cartilla de racionamiento… Cuando todos sabemos que son los cubanos más pobres los primeros y los más perjudicados por la medida castrista. Al pueblo cubano se le ha hecho, durante más de cuarenta años, el mismo chantaje de parte de unos y otros, y, durante todo este tiempo, el único que ha padecido las consecuencias es el pueblo cubano. La tragedia de los balseros muestra la falta de humanidad de los dos gobiernos: el gobierno castrista por ser el responsable de ese éxodo, y el gobierno estadounidense por haber devuelto muchos balseros a las autoridades cubanas. En realidad, al gobierno estadounidense le va muy bien que Castro reprima a los que quieren escapar de la isla y que tenga al pueblo cubano sometido. Eso es lo que los yanquis exigen de otros gobernantes en América Latina. Para nosotros no se trata pues de un "mal menor", de un "enemigo menor". En los dos casos se trata de gobiernos que quieren pueblos sometidos y que, en la medida que pueden, los explotan y oprimen. Bush también quisiera poder imponer un partido único, un sindicato único, una prensa única… Pero, en todo caso, son los cubanos que deben, que deberían poder decidir si el "enemigo menor" es el uno o el otro. Y deberían poder decidirlo en plena libertad.
prioritaria para continuar la lucha contra la explotación y la dominación.

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